The last country which we have visited, albeit for just a week, has been Uruguay – and we have been delighted by it. Calm and welcoming, and a little old-fashioned, it appears to have remained relatively uncorrupted by the greedy consumerism of many other societies. Houses are generally simple, there are few SUVs to be seen and signs of cultural life are evident.
Montevideo, where we arrived early on Weds morning (30 hours by bus from Sao Paulo), is a pleasantly undeveloped if slightly grubby city. Even allowing for it being the eve of the Holy Week holiday – here in an expressly non-religious state known as Tourism Week – the pace of life is markedly slower than in Sao Paulo or Santiago. The proximity of the sea also means that the pollution is blown away, which is just as well as the buses are positively archaic, even in the capital. In the rest of the country both buses and private vehicles range from 1990s vintage back to 1950s. Some well cared-for earlier models are seen on the roads, and any number of relics in garages, back gardens and scrap heaps.
Back to Montevideo. Founded from 1724 by the Governor of Buenos Aires, it is the southernmost capital in Latin America and also the youngest – discounting Brasilia (and Miami!) There are whole streets of late nineteenth/early twentieth century houses in the Spanish colonial style. With no earthquakes or hurricanes and little pressure to increase housing density, people have been content to live in the existing fabric, and even in the suburbs there has been little construction of blocks of flats. Along the coastline to the east of the city, behind the miles of quiet beaches and dunes, are simple villages of residential housing for people who work in and around the capital, maintaining something the character of beach houses. The port – the only natural harbour on the River Plate – is the reason for the city’s existence. It also led the British and French to meddle in South American politics after Independence to ensure that Argentina did not control both sides of the estuary.
The leader of the original independence movement in 1808 was Gen. Artigas, whose statue is everywhere. Although the Spanish were successfully expelled by 1815, matters were far from settled, since Artigas’ idea was union with Argentina, but this was discarded in favour of the formation of the “Eastern Band” into an independent country. In 1816, Brazil (then still dependent on Portugal) invaded the country, which it held effectively from 1820 to 1825. In that year the legendary “Thirty-three” under General Lavalleja “invaded” from Argentina, gathered an army and defeated the Brazilians, since when the country has been an independent whole.
We went up-country to the city of Thirty-three (Treinta y tres), four hours of gently rolling or hilly open country, dotted with stands of eucalyptus. Uruguay was never extensively forested: of its approx 2,500 species of flora almost 2,000 belong to its natural grassland, including no less than 400 graminids, the largest variety in the world. It also has a rich bird life. In the bus station Magda overheard a women talking about an eco-tourism hostel and asked about it. To make a long story short we were shortly booked into “El Capricho” for two nights. This is a farm in the hills 50km from Treinta y tres, with basic (basic!) facilities for a dozen guests. The main attraction is the famous (in Uruguay) “Quebrada de los cuervos” – Crow Canyon – so named because it is said to be home to the three indigenous species of vulture.
It also contains a micro-climate with vegetation different to the typical grassland, including broadleaf trees, palms and ferns, and a wide variety of birds and other species.
The most interesting experience for us was to find an armadillo calmly going about its business close to the path!
We had a swim in the river in what we thought was a secluded spot, only to discover on looking up that it was in full view of the tourist trail lookout point! (Centre of the picture below.)
Our last and most tempting glimpse of Uruguay was the town of Colonia del Santísimo Sacramento, (Colony of the Most Holy Sacrament), the first settlement in the country – founded by the Portuguese in 1680. It took the Spanish until 1777 to winkle them out, after founding Montevideo.
The town is a UNESCO heritage site. The old Portuguese centre is attractive and in a reasonable state of preservation: there are stretches of massive wall, a lighthouse, a much re-hashed church and the foundations of the government buildings. It is well supplied with museums and the cultural centre (in an old soap factory!) offers plays and concerts.
More modern facilities include a yacht club, and the pleasantly bustling little town has its own life besides tourism as a services centre for the surrounding agricultural and viticultural countryside.
From Colonia we took the ferry due west across the River Plate to Buenos Aires for an excellent lunch and the bus back to Chile.
THANK YOU FOR YOUR PATIENCE!
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El ultimo país que visitamos – por apenas una semana – fue Uruguay, y nos gustó mucho. Tranquilo y acogedor, y un tanto anticuado, da la impression de haberse mantenido relativamente poco afectado por el consumismo ambicioso de muchas otras sociedades. Las casas en general son simples, hay pocos 4x4 enormes, y existen indicaciones de una vida cultural activa.
Montevideo, adonde llegamos después de 30 horas en bus desde Sao Paulo, es una ciudad agradable por su bajo grado de desarrollo, si bien esto a veces se hace falta. Aun considerando que estábamos en vísperas de Semana Santa – aquí el estado no es religioso y la vacación se llama la Semana del turismo – el ritmo de la vida es notoriamente más tranquilo que en Sao Paulo o Santiago. La proximidad del mar tiene la ventaja de que las brisas se llevan la polución, menos mal considerando que los buses son realmente arcaicos, incluso en el capital. En el resto del país existen no solo buses sino también autos y camiones en uso diario que datan desde todas las décadas a partir de los 1950. Se ven incluso ejemplares más antiguos.
Para volver a Montevideo. Fundado, a partir de 1724, por el Gobernador de Buenos Aires, es el capital más sureño de América Latina y también el más nuevo, descontando Brasilia (y Miami!) Existen calles enteras de casas en el estilo colonial de fines del siglo 19/principios del siglo 20. En la ausencia de terremotos y huracanes, y con poca presión para aumentar la densidad de las viviendas, hubo poco interés en modernizar, y tampoco se construyeron muchos edificios. Por la costa hacia el este se encuentran playas desocupadas y sencillos pueblitos con construcciones del carácter de casas de playa. El puerto – el único puerto natural del Río de la Plata – es la razón por la existencia de la ciudad. También llevó a los británicos y los franceses a interferir en la política de Sud América después de la independencia para asegurarse que la Argentina no tomara el control de ambas costas del estuario.
El líder del original movimiento para la independencia en 1808 era el Gen. Artigas, cuya estatua se encuentra en todas partes. Aunque los españoles habían sido expulsados hasta 1815, los asuntos no estaban arreglados, ya que la idea de Artigas era de una unión con Argentina, pero esta se abandonó a favor de independencia total para la “Banda Oriental”. En 1816, Brasil (entonces todavía dependiente de Portugal) invadió el país y después de varios años de guerra lo controló entre 1820 y 1825. En este año los legendarios “Treinta y tres” bajo el General Lavalleja “invadieron” desde Argentina, juntaron un ejército y derrotaron a los brasileros, y desde entonces Uruguay ha sido un país independiente.
Fuimos a conocer la ciudad de Treinta y tres, en el interior que consiste en paisaje abierto con colinas bajas o a veces más pronunciadas, nunca grandes, con hartos bosquecitos de eucaliptos. La mayor parte de Uruguay nunca tuvo bosque: de sus aprox 2,500 especies de plantas, casi 2,000 corresponden a las praderas, de las cuales 400 tipos de pasto, la mayor variedad en el mundo. Hay también muchas especies de pájaros. En el Terminal de buses, Magda escuchó una mujer que hablaba de un sitio que ofrece eco-turismo y preguntó… En breve, dentro de poco teníamos reserva por dos noches en “El Capricho”. Esta hacienda en el campo a 50km de Treinta y tres ofrece alojamiento básico – muy básico – para una docena de turistas. La principal atracción es la famosa (en Uruguay) Quebrada de los cuervos – la cual debe su nombre a la presencia de tres tipos de buitre. Contiene además un micro-clima con vegetación muy distinta de la de la pradera típica, con árboles, palmeras y helechos, y una gran variedad de pájaros y otras especies. Lo más interesante para nosotros era de encontrar un armadillo cerca del camino, muy confiado, paseando tranquilamente.
Nos tiramos al río en un lugar aparentemente discreto, pero al mirar hacia arriba – ya en el agua – nos dimos cuenta que estábamos directamente en la vista del mirador…
La última – y más tentadora – visión de Uruguay era la ciudad de Colonia del Santísimo Sacramento, el primer asentamiento del país – fundado por los portugueses en 1680. Los Españoles los pudieron sacar recién en 1777, después de la fundación de Montevideo.
La ciudad es un sitio UNESCO del patrimonio mundial. El antiguo centro portugués es atractivo y bastante bien preservado: existen partes de una muralla masiva, un faro, una iglesia con varias reconstrucciones y los fundamentos del palacio del gobierno colonial. Hay varios museos, y el centro cultural (en una antigua fábrica de jabón!) ofrece teatro y conciertos.
Otras instalaciones más modernas incluyen un club de yates, y la ciudad tiene vida propia, siendo centro de servicios para la agricultura y la viticultura de la zona.
Desde Colonia tomamos el ferry para atravesar el Río de la Plata a Buenos Aires, y así de vuelta a Chile.
¡GRACIAS POR SU PACIENCIA!
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